
Poco quedaba ya del Jorge Villamil Cordovez (1929) optimista, con su fe puesta en el Cristo de Buga, al que le atribuyó incluso haber superado una operación "a palo seco", unos años atrás. El gran compositor, fallecido el pasado 28 de febrero, pudo haber llegado optimista hasta sus últimos días, porque carácter era alegre, a pesar de haber convivido por décadas con la diabetes, que fue deteriorando su salud (le hacían diálisis dos veces a la semana).
Pero su alegría la apagó el cáncer que se llevó a su hija Ana María, el 5 de diciembre pasado.
El compositor de Espumas, El barcino y Me llevarás en ti recibió la noticia de la enfermedad hace poco más de un año, y desde entonces se negó a recibir visitas que no fueran sus allegados. La muerte de la hija, que nació durante sus cuatro gloriosos años en México -en los que compuso Oropel y Llamarada-, lo dejó en silencio, mirando la ventana.
"Es importante conservar el buen humor -le había dicho el médico ortopedista y compositor a EL TIEMPO, en el 2008-. Es lo que lo hace a uno vivir. Cuando uno se deprime y se amarga, no hace nada". Precisamente, la depresión y la tristeza son el recuerdo que tienen de sus últimos días su hijo, Jorge Villamil Ospina, y su amiga del alma, Olga Acevedo, con quien trabajaba en el sueño de grabar la colección de sus composiciones en tiple. Apenas se alcanzaron a grabar dos de diez discos proyectados.
"El golpe anímico fue terrible --dice Villamil hijo-. Lo tuvimos que llevar a la Clínica Santa Fe en tres ocasiones en menos de un mes y medio. No se estaba alimentando, no quería hacer nada. Pasó el 24 de diciembre en la clínica; el 31 lo pasó con nosotros, pero ya iba en declive. Tenía un problema circulatorio, en enero tenía movilidad cero y empezó a perder peso".
Debían llevarlo en ambulancia a las frecuentes hemodiálisis y el viernes pasado, el 26 de febrero, le dijo a su hijo que ya no más. "Me asusté -relata el hijo del compositor- porque entendí que quería irse de verdad, no como en otros momentos que lo decía".
Finalmente, el compositor huilense, nacido en la hacienda El Cedral, que le perteneció a su padre, dejó de existir el domingo 28 de febrero, a las 10 p.m., cuando su empleada, ama de llaves, enfermera y amiga, Anita, le llevó la última avena que le preparó. Alcanzó a despedirse de su hijo y murió.
Dejó 180 obras que son de antología, aunque su hijo agrega 20 piezas finales compuestas entre 1998 y el 2006. "La última fue una canción dedicada a Choachí, donde él compró una tierra chiquita para pasar los fines de semana. Se llamaba Travesuras chiguanas, que es como para cantar en una reunión. Pero hay más, si nos sentamos con juicio a ver los últimos registros, recuerdo también otra canción titulada Bogotá es para todos.
Villamil, fundador también de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco) no tenía conocimientos formales de música. "Primero, veía una situación que le interesaba y comenzaba a silbar una melodía -recuerda su hijo-. Después comenzaba a escribir en el papel que tuviera a mano, que generalmente era una servilleta, e iba componiendo la parte armónica a la par con la letra. Al llegar a la casa reunía el rompecabezas y comenzaba a trabajarlo hasta que tuviera la forma que quería. Después, buscaba a alguien que supiera de solfeo para que le ayudara a llevarlo a partitura".
Todo era de memoria y podía estar en el proceso de composición de muchas canciones a la vez. "Yo llegaba del colegio -cuenta Villamil hijo- y veía cómo se sentaba, se tomaba un tinto, encendía un cigarrillo y comenzaba a darle tocando la guitarra".
La imagen del cigarrillo desapareció hace unos 15 años cuando un médico de Villamil le dijo simple y directamente: "Si sigue fumando, se muere". Y el compositor tomó la cajetilla, la firmó y se la entregó al galeno, para nunca más volver a fumar.
Trascendente legado
Jorge Villamil Cordovez llegó a ser un compositor de tanto éxito que, hasta comienzos de los años 80 sus canciones siempre hacían parte de los éxitos de cada temporada en la radio y en el mercado del disco. De sus canciones, 'Espumas' (1966) es de las que quiso más. Por ella recibió la Palma de Oro de Hollywood. "Un premio equivalente al Grammy de la época -afirma su hijo-, cuya importancia en Colombia no conocíamos".
'Llamarada' le abrió las puertas de la música en México -a donde viajó para especializarse-. Sobre su legado, cuenta su hijo que dejó más de 200 obras que están en administración de una editorial. Villamil compuso vallenato, cumbia, merengue y porro.
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